Abstracto
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Según el Índice de Desarrollo Humano del PNUD, Panamá se ubica entre los países de Alto Nivel de desarrollo, alcanzando el Lugar 56 del ranking mundial. El PIB per cápita anual se estima en US$ 6,854 considerando la paridad del poder adquisitivo en dólares. Sin embargo existe una fuerte inequidad en la distribución del ingreso que se refleja en una profunda asimetría del índice 10:10 o 20:20. El 37.2% de la población vive bajo la línea de pobreza y el 16.7% en Pobreza extrema, proporción que no se ha modificado en forma significativa en los últimos 6 años. La desnutrición crónica, (déficit de talla para la edad), el mejor indicador de calidad de vida, afecta al 20.6% de los menores de 5 años, proporción que aumentó más de un 40% en los últimos años (14,4% en 1997). El bajo peso al nacer y el déficit de vitamina A también han tenido una tendencia negativa según los últimos datos disponibles. Esta situación pone en serias dificultades al país para cumplir con los objetivos de Desarrollo del Milenio. La desnutrición, además de representar una tragedia humana, inhibe el desarrollo económico y social de los países. El costo económico y social de prevenir la desnutrición es mínimo comparado al impacto económico del hambre en salud, en educación y por pérdida de productividad. El combate a la desnutrición debe insertarse en una Estrategia Global de Desarrollo de mediano y largo plazo que incluya otras áreas fundamentales como trabajo, ingreso, educación, vivienda, salud, saneamiento ambiental y producción de alimentos, entre otras. Por lo tanto superar el hambre y la desnutrición no es responsabilidad exclusiva de una sola institución, siendo esencial una coordinación entre las instituciones de gobierno, sector privado, sociedad civil y la comunidad internacional. Aun cuando la Desnutrición y la Pobreza están fuertemente relacionadas, Las LAS Políticas tradicionales de alivio a la pobreza no garantizan, por sí solas, una solución a corto plazo para la desnutrición. Para alcanzar el mayor rendimiento de las inversiones, éstas deben focalizarse en niñas y niños. Debe reforzarse la lactancia materna en menores de seis meses y fortalecerse la nutrición en niñas y niños desde los seis hasta los 36 meses de edad, así como en niñas adolescentes, para mejorar su estado nutricional antes del embarazo. El Gobierno de Panamá tiene la institucionalidad, los recursos humanos y financieros y la Voluntad política para avanzar en forma importante en el combate de la desnutrición infantil. El país realiza un importante esfuerzo en programas alimentarios que representan una Inversión anual del orden de B/ 20 millones (0,35% del gasto social). Sin embargo, el mayor esfuerzo se realiza en programas de alimentación escolar, que representan cerca del 90% del gasto en programas alimentarios. Sólo el 10% restante corresponde a programas de alimentación materno infantil, el grupo de mayor vulnerabilidad nutricional y donde se pueden obtener los mayores resultados en la prevención y tratamiento de la desnutrición.
RECOMENDACIONES
El Programa de Alimentación Complementaria del MINSA es el mejor instrumento que dispone Panamá para combatir la desnutrición crónica y es ahí donde deben concentrarse los Máximos esfuerzos del Estado. Se recomienda:
• Lograr una cobertura universal del PACMI en embarazadas y niños de 6 a 36 meses controlados en el sistema público de salud. Ello significaría llegar a aproximadamente a 200 mil beneficiarios al año, una cifra 5 veces superior a la actual.
• Aumentar la cobertura en forma gradual (3 años por ejemplo) para desarrollar paralelamente otras actividades complementarias que son fundamentales para el éxito del programa.
• Disminuir la cantidad de alimento entregada mensualmente a cada beneficiario desde las 9 libras actuales a solo 3 o 6 libras en función del grado de vulnerabilidad social o nutricional.